Un día de perros en las carreras

Me gustan los perros, y las perras, también; me gustan las carreras de motos y de ciclomotores. Sí, señor, me gustan, y ¡me gustan mucho!

Dicho esto, no puedo entender aquellos propietarios que obligan a sus animales a “disfrutar” de un día de perros en las carreras.

Vivo en un pueblo donde desde hace 40 años se celebra una singular carrera de resistencia en ciclomotores trucados. Como su nombre indica, se trata de que durante 24 horas más de 40 aparatos de dos ruedas giren sin parar en un circuito semi-urbano, para ver quién da más vueltas y resiste sin desfallecer, todo ello inmersos en un ruido atronador, ¿qué seria de una carrera sin ruido?

Ya sabemos lo sensible que tienen el oído los perros y, cada año, yo asistía al desfile de animales por el circuito para deleite y exhibición de sus propietarios mientras miraban la carrera (los propietarios), haciendo caso omiso a lo que pudieran estar sintiendo sus adoradas mascotas. Eso sí, iban engalanadas (las mascotas) con todo tipo de artilugios atados al cuello i/o al cuerpo para que no tuvieran ninguna posibilidad de huir de ese infierno sonoro.

Entonces, me puse a vista de perro y disparé a los fieles amigos del hombre/mujer. Son 30 fotografías en colr que muestran actitudes y posturas, tanto humanas como animales, que sin el ruido ambiente pueden parecer normales pero, por un momento, ponte en el lugar del perro y pregúntate ¿es necesario hacer pasar a nuestros fieles amigos un día “de perros” en las carreras?