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Art Projects, Fotografía de autor, Retratos
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Retratos en la tercera fase

Pandemia, contagios, distancia, confinamiento, hidrogel, mascarillas, tele-trabajo, secuelas, muerte…, estas palabras se hicieron habituales a partir de febrero de 2020 cuando se empezaron a detectar casos de una nueva enfermedad llamada COVID-19. Nuestra relación con la familia, amigos, incluso con los desconocidos que nos cruzábamos por la calle, cambió y, ante cada parte del número de fallecidos, nos hacía reflexionar sobre qué estaba pasando, y por qué nuestra sociedad avanzada, no era capaz de detener los contagios y, sobre todo, la muerte de decenas de miles de personas en todo el planeta.

Los gobiernos obligaron al confinamiento de las personas en sus domicilios. Esto creó, además de problemas laborales y de convivencia, mucho tiempo libre.

Ahora, coincidiendo con la pandemia de la COVID19 me propuse iniciar un nuevo proyecto que se titula “Retratos en la tercera fase” que muestra, a través de retratos fotográficos, a personas que aprecio.

La idea de “Retratos en la tercera fase” es que palpara íntimamente mi relación con personas de mi entorno a las que ahora no podía tratar todo lo que era habitual. Llevábamos ya tres meses de confinamiento y amenaza de muerte por culpa del COVID y esa situación provocó en mi estado de animo cierto desasosiego. Echaba de menos el contacto personal y, francamente, el mundo digital no llenaba ese vacío, por ello, eché mano de papel, lápiz y agenda para ver a qué personas me gustaría ver y que no estuvieran a mas de 50 kilómetros de mi estudio. La lista se llenó rápidamente con más de 80 personas, a las que hacía meses que no veía y que tenia la necesidad imperiosa de ver y constatar en directo que ellas y su familia estaban capeando la Covid sin dejar muchos pelos en la gatera.

El proyecto era convocar a todas las personas que quisieran venir a mi estudio para realizar una sesión de retrato en la que, además del retrato, pudiéramos tener la oportunidad de vernos y hablar durante una hora de lo divino y lo humano.

Posteriormente estos retratos debían utilizarse para armar una propuesta artística con tres patas: Exposición de todos los retratos en formato papel, instalación de los retratos conservados en hidrogel y, finalmente, un libro formato DIN A4, un libro al que invité a siete amigo/as escritores a que participaran con textos inspirados en este momento vital y único que estábamos trasegando.

El fondo blanco y dos puntos de luz, uno frontal y el otro secundario sobre el fondo blanco. Las indicaciones eran claras; mirar directamente a cámara para realizar los disparos con un encuadre de medio cuerpo ligeramente girado hacia la izquierda del retratado. Fueron tres retratos de cada persona para mostrar tres momentos que pudieran reflejar qué pasaba durante la tercera fase decretada por el gobierno: Uno fue cuando el desconcierto era total ante el nuevo virus y no había indicaciones claras por parte de las autoridades aconsejaban a los ciudadanos que en caso de estornudar se taparan la boca con el brazo elevando el codo a la altura de la boca, ese fue el primer disparo. Luego, una vez quedó claro que había que tapar con mascarilla la boca para evitar la propagación del virus a través de los aerosoles, pasamos a perder de vista la mitad de la cara y tuvimos que acostumbrarnos a interactuar con nuestros semejantes sin la expresividad que da la boca mientras hablamos, ese fue el segundo disparo.

Llámame ingenuo, antiguo o del siglo pasado, posiblemente soy las tres cosas (y más) pero, para mí, algo no existe si no puedo tocarlo y eso hizo, desde el primer momento, que este proyecto tuviera un final en forma de libro. Un libro convertido en un objeto que testifica cómo eran 63 personas exactamente durante el mes de julio de 2020. Un libro que quiere ser una especie de instantánea personal de las miradas directas en momentos de incertidumbre y desconocimiento del futuro inmediato. Un libro que nos propone reflexionar sobre el vacío que han dejado las personas que han fallecido durante esta pandemia, un vacío que ha ido creciendo sin que, de momento, no podamos hacer nada más que seguir siendo cautos, reservados, conscientes y, sobre todo, solidarios con el resto de personas.

El proyecto también muestra la colección de retratos en formato exposición a través de fotografías en papel en las que podemos ver en conjunto que todos somos iguales y, al mismo tiempo, diferentes.

Finalmente los retratos se muestran en formato instalación. Basándome en la idea de que si por algo esta pandemia iba a pasar a la historia, sería por la obsesión higienizante de todos nuestros actos, simbolizada por el uso indiscriminado de geles y productos hidroalcohólicos. Preparé un retrato de cada persona y los sumergí individualmente en botes de cerrados herméticamente, llenos de gel hidro-alcohólico, como propuesta simbólica de la doble protección contra el virus: dentro del bote y rodeados de un liquido donde los virus mueren.